Querida ingenua
Publicado el 25 de junio de 2025
Sara levanta el teléfono con energía. Ella cree que se puede salvar, pero no hay nada en el mundo que vaya a redimirla de su pecado. Sonríe al aparato como si su abogado estuviera viéndola y así pudiera convencerlo de su inocencia. Querida ingenua. Se toquetea el pelo coqueta, como si aún tuviera el trabajo que la ha llevado hasta los juzgados de lo civil. Ignora la lluvia tras el cristal. Ignora el tono apagado de su abogado. Ignora el papel que tiene delante con el título «Sentencia firme». Sara sonríe a nadie, convenciéndose de que nunca estafó a ningún cliente. De que su jefe es la persona que dijo ser. De que el negocio de él era tan lícito como la ingenuidad de ella. Sara desafía la realidad tachando con un bolígrafo rojo donde pone «condenada a prisión». Forcejea cuando vienen a por ella. Insulta cuando cierran desde fuera su celda. Maldice cuando siente la humedad y el frío de su nuevo cuarto. Y acaba soñando despierta con el jefe que seguro pagará su fianza y la rescatará de esa injusticia. Sara, pobre ingenua.
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