Amparo II

Publicado el 9 de febrero de 2016

Pobre Deli. No puedo olvidar el gesto que se le ha quedado cuando nos hemos marchado del hospital. Parecía como si la cuerda que siempre nos ha unido se hubiese transformado en lana frágil; que la lana hubiera dejado lugar a una goma; y esa goma hubiera ido cediendo y cediendo hasta que se ha convertido en hilo fino; un hilo que, por fin, se ha roto, dejándonos a cada una en un extremo, incapaces de volver a unirnos. Y, ¿por qué lo he hecho? ¿Por qué me he vuelto con Ernesto así, sin más, defraudando a mi amiga de esa forma? No sé, creo que sufro de doble personalidad, ¿cómo se llama eso?, ¿enajenación transitoria? Eso creo que es. Bueno, ¿y si es transitoria por qué sigo aquí? ¿No debería volver a revertirse? Es como la película esa de Buñuel, El ángel exterminador. Un grupo de personas quieren salir de una casa a la que han sido invitadas y no pueden hacerlo, sin que haya una razón lógica que les obligue a quedarse. Eso me pasa a mí, estoy atada a esta casa y a esta familia, aunque el sentido común me dice que debo abandonar, y el miedo a salir me atora y me obliga a quedarme dentro. De repente, creo que ahora sí necesito todas esas pastillas…

Deja un comentario

Requerido.

Requerido. No será publicado.