Círculos viciosos

Publicado el 15 de marzo de 2018

Julia se levanta de la cama del hotel con el pie izquierdo. Chema ya se ha ido. Tenía que llevar a su hijo al entrenamiento y no podía fallarle otra vez. Ella no se ha dado cuenta de cuándo se ha quedado sola en aquella habitación 521 que ya empieza a serle familiar a su pesar. Su alarma no ha sonado a la hora o tal vez no la ha escuchado o este móvil es una castaña y lo tiene que cambiar. El caso es que sale de entre las sábanas que aún huelen a su noche y se da de sopetón con un retraso que no esperaba. La sonrisa del recepcionista del hotel se le antoja una mueca cínica de sabelotodo: «a ti qué te importa lo que yo hago con mi vida, gilipollas», aunque no se lo suelta a él sino más bien a sí misma mientras espera que el taxista que le ha ignorado se decida a parar en el siguiente semáforo. Su jefa le dedica una mirada de desaprobación por el retraso, su compañera otra sonrisilla de sabelotodo y su madre tres llamadas al móvil que no puede coger porque este cacharro está para cambiar y no le van ni las teclas. Su ex le avisa a las cuatro de que no va a por los niños; tiene una reunión. No tiene más remedio que coger otro taxi para llegar al colegio y dejarlos con su madre porque ella tiene también otra reunión. Sigue fallándole el móvil, porque no entra el whatsapp que espera de Chema, o quizá es que aún no ha pensado en ella en todo el día. Y suena como un loco en mitad de la sesión económica. Le suben los colores a la cara ante los responsables de finanzas de la empresa por el bochorno del sonido del Despacito que le ha dejado su hija en el móvil pero también por el tono del mensaje de Chema que ya no esperaba, y aunque le recuerda la noche que han pasado, también le da una patada en el estómago, y no sabe porqué, o tal vez no quiere saberlo. Cuando llega a casa su madre está disgustada con ella porque está llamándola toda la tarde porque no sabía qué hacerles de cenar a los críos y no le ha cogido el móvil ni le ha contestado a los whatsapps. Definitivamente mañana se compra otro. A las once y treinta y cinco no puede más y se va a acostar con la pequeña porque tiene mucha tos, y pone el despertador de la Barbie porque no se fía ya del móvil. Casi durmiéndose suena un whatsapp y piense si será Chema. Pero no; es su hermana. Otra con tonito de sabelotodo: «He recibido un whatsapp que te pega mogollón. Lee: “En la vida hay que evitar 3 figuras geométricas: los círculos viciosos, los triángulos amorosos y las mentes cuadradas”. Jajajaj… Te lo digo con amor, hermanita». Y Julia apaga el móvil. ¿Para esto sí funcionas?

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