Dos paradas más
Publicado el 23 de octubre de 2017
El metro ya no le lleva hoy a casa. Ayer cogió las maletas que Sara le ofrecía y ha dormido con sus padres. Hoy es el primer día que sale del taller y coge el metro de siempre pero no ha de bajar en su parada sino en dos más tarde. El metro hoy huele a pis, a sudor, a mugre. Ha dejado de oler al reencuentro con Abel y el perro que siempre se acercaban a por él a su estación. Y hoy, sin querer, la fuerza de la rutina le ha llevado a su parada donde ni Abel ni el perro le estaban esperando. Ha tenido que volver a esperar el siguiente metro, en una estación que ya no es la suya donde los carteles ya no le sonríen para que vaya al dentista sino que le recuerdan que él ya no tiene familia. Su metro de siempre, que ya no reconoce porque él ya no es él. Ya no es el padre de Abel que vive con Sara sino el padre de Abel al que recogerá en esa misma parada una vez cada quince días. Llega su metro y vuelve a subir, solo dos paradas, dos paradas más que le alejan de su hogar, dos paradas más donde Abel y el perro ya no le esperan.
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