Esa espiral de silencio

Publicado el 3 de octubre de 2017

Una espiral de silencio que se enreda en sí misma para no dejarte decir lo que deberías haber pronunciado hace tiempo ya. Un tiempo acuoso, de lluvias, de lágrimas, de ahogos. Todo por no acabar explotando, por no decir, por no gritar. Una rueda de rutina, un pez que se muerde la cola, por no saber tirar el guante, apostar a ganar, retarte por fin. Aquí, sin salir de esta desnudez de palabras, de esa falsa noche en la que estamos. Y no es cierto que estemos bien. No es cierto que sea mejor callar y que el silencio envuelva hipócrita el sonido de nuestros días. No es cierto que este trapecio de confort en el que nos encontramos nos hace felices. No. A mí me avergüenza que no me conozcas. Que no sepas qué quiero. Que no te hayas parado a pensar que me muero por la nostalgia de lo que imaginé y nunca fue. De esa nube de esperanza que no era más que serrín. Un escalofrío de vacíos y miedos me recorre el alma, y yo me coloco como un casco que me proteja de ti, de tus desplantes, de tus falsos tequieros, de tu frágil humildad, de esos momentos cotidianos a los que nos agarramos cada uno desde un lado de la cuerda, probándonos hasta cuándo resistimos. Y esa espiral de silencio que ya es ovoide te ha vuelto cegato, pero a mí no.

Deja un comentario

Requerido.

Requerido. No será publicado.