Hay personas a las que uno no las entiende aunque vengan con subtítulos
Publicado el 12 de julio de 2015
Y aquí estamos, un viernes más. Yo, frente a mi plato de lasaña de verdura y él frente a su pizza barbacoa, mi agua y su pepsi-cola. Cinco años casados, tres de novios. Y en el mismo Gino’s. Olor al sudor de la camarera, color rojo de su delantal, de mi servilleta. Y uno de los dos tiene que sacar el tema. No seré yo. La lasaña se me apelmaza en la garganta. El sabor suave y cremoso de otras veces se me hace ahora pastoso, macerado, como nuestra relación. Los dos sabemos que si él no saca el tema yo no lo haré. La salsa barbacoa le chorrea por la barbilla y entonces se decide:
— No es que ya no te quiera, nena…
Y yo solo puedo mirar al chorretón marrón rojizo resbalándole sobre el mentón.
— Ah, ¿no? —atino a responder.
— Claro que no, nena. Yo te quiero como el primer día pero es que…
Y el «pero es que» me atraviesa decidido…
— Es que, ¿qué?
— No sé, nena, que ya no es lo mismo… Que tú vas a tu bola, yo a lo mío, y ya no hablamos, no nos reímos…
Y entonces pienso que de qué coño está hablando si hace años que no aparece por casa más que para ver el fútbol y siempre con sus amigotes y sus mujeres y siento como si él estuviera hablando en alemán y yo en ruso, como cuando siendo yo pequeña, y tan zalamera como era, vinieron unos amigos de mis padres que eran alemanes y que apenas hablaban español y yo, siendo tan zalamera como era, y ya creo que no lo soy, cogí a uno de ellos de la mano para ir de paseo. Cuando me cansé le dije: «me suda la mano», y él me contestó «¡ya!, que soy alemano», y me tocó ir cogida de él hasta que llegamos a casa. Ahora igual. Quien habla alemán es él y yo no entiendo nada, aunque si pusiera subtítulos, ahora mismo en lugar de «tú vas a tu bola y yo a lo mío» pondría «te estoy poniendo los cuernos». Y donde él dice «nena démonos un tiempo» su subtítulo es «quiero ser libre». Pero al llegar al «nena yo te quiero mucho», yo leo «no me pidas el divorcio porque mi padre me mata». Y donde dice «no atosigarnos» es «no me agobies». La salsa barbacoa pegada y seca en su barbilla. La servilleta roja arrugada, la lasaña entera en mi plato, el sudor de la camarera más agrio.
— Nene, te pido el divorcio.
Y en mi servilleta, por si necesita subtítulos, pone: «Nene, te pido el divorcio».
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