Hay que salir

Publicado el 21 de marzo de 2019

El destino se revela inalcanzable una vez más ante sus ojos de niña mimada que madura sin saberlo con desamores y despedidas. Esos brazos que se estiran en un largo relevé para recoger las estrellas del futuro y no acaban alcanzado más que la angustia de ver los astros amados alejarse cada vez más en un firmamento atiborrado de historias que teme vivir. Ciento cincuenta y dos pasos más que tendrá que enfrentar, ciento cincuenta y dos adioses, ciento cincuenta y dos tequieros, ciento cincuenta y dos caídas, ciento cincuenta y dos despertares solitarios amarrándose a ese futuro incierto y a un pasado cargado de algodones que apenas ya calientan porque se hace de día y hay que salir.

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