La nueva partera

Publicado el 28 de agosto de 2017

Paqui ayudaba esa noche a su tío el partero. Tres generaciones trayendo niños al mundo por toda la sierra, con nieve, con granizo, con niebla, con calima, con aguaceros o con sol. Por la mañana, de madrugada, a la hora de misa o a la de cenar. Paqui sería la cuarta generación si Dios lo permitía y le entregaba a ella el don. El don familiar que acompañaba a los Somoza desde el siglo pasado y que amenazaba con perderse si ella no cogía bien las riendas. Y ahí estaba ella, por primera vez, observando las maniobras de su tío girando la cabeza de ese nuevo niño que venía al mundo. Y entonces el tiempo se detuvo. El bebé lloraba, la asistenta lo lavaba, la parturienta se lamentaba, su tío recogía el instrumento y en el florero de la habitación cayó un pétalo de rosa, rompiendo el aire, y al posarse en el tapete se hizo en dos. Y, entonces Paqui lo supo. No pudo más que detener a su tío que ya salía por la puerta. Y, efectivamente, aquel parto, el primero de aquella nueva partera de los Somoza, fue gemelar.

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