La pequeña historia de Sole

Publicado el 24 de marzo de 2015

Soledad era aprendiza de dependienta en Telas Marymar. Diez horas al día, sábados incluidos, por poquísimo dinero al mes y muy poco tiempo libre. Pero no se quejaba. Era una chica resuelta, se camelaba muy bien a las clientas y su jefa, doña Marymar, por enésima generación, la trataba tan mal como a sus compañeras. Con la Joaqui enseguida entabló amistad. ¿Cuándo comenzó? Hará ya seis años, más o menos. Ella tendría entonces dieciséis y la Joaqui unos 27 o 28. El padre de Soledad, que era proveedor de mercería, había conseguido el puesto ideal para su Sole pero ya le habían advertido que debía comportarse con seriedad. ¡La mayor dificultad para ella! Y precisamente por su alegría todas las clientas querían que ella les atendiese. Pero eso era ahora. Hasta que la conocieron bien, la Sole había pasado por ladrona, por perezosa, por maltrabaja, por gorrina… Solo la Joaqui lograba que se le olvidara la tristeza por el trato que recibía. Le decía una y otra vez: «No hagas caso, Sole, así es esta empresa, solo creen que vas a ser buena trabajadora si te pisotean, pero tú no te dejes niña, no te dejes». Y así transcurrieron los años de aprendiza en Marymar, negándose a ser infeliz. La Joaqui se casó, tuvo mellizos, un mal parto y tardó más de una año en reincorporarse. Cuando regresó, la Sole tenía novio. El Pere era majo, pero no muy buen partido, porque su padre era agricultor y él vendía fruta en el puesto del mercado. Allí se conocieron. Fue, decididamente, un flechazo. La Joaqui nunca se enteró, pero ella renunció a su puesto de dependienta y volvió al de aprendiza porque aunque la Sole se quería casar y necesitaba el dinero pensó que a la Joaqui, con los mellizos y su marido en paro, le haría más falta. Y tres años después, así, de repente, llegó aquella decepción que a punto estuvo de quebrantar su alegría. Aquella mañana entró un caballero con traje oscuro, llamó a la señora Marymar para solicitarle un negocio. La Sole escuchó a hurtadillas que el hombre trajeado pedía una joven para hacerla encargada de una nueva tienda en la calle principal. Y también escuchó a la Joaqui entrando en aquella conversación. «No se os ocurra llevaros a la Sole, es maltrabaja, gorrina y ladrona». Y aquel día, la Joaqui creyó que ganaba aquel puesto, pero más ganó la Sole, pese a la decepción.

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