La playa

Publicado el 7 de julio de 2018

La arena, los nanos, Piluca, mis suegros, las toallas, las hamacas, la sombrilla, la peste a coco, ya estamos todos. Menuda barriga se ha echado Borja este invierno. Yo no, con el ejercicio que le he pegado a la Manoli en el despacho me he puesto en forma. Le tendré que recomendar a Borja mi entrenadora personal, aunque no parece que le haga falta, porque esa barriga de Cayetana es que van a por el cuarto. Menos mal que Piluca no es de esas y se ha conformado con dos, aunque si me los hubiera pedido se los habría dado. Total a mí no me dan faena, y así ella está entretenida y no me da la paliza. Antes sí lo hacía: que si no estás nunca, que si hueles a perfume de mujer, que si qué me vas a regalar por nuestro aniversario, que si cuándo me vas a comprar un chalet… Y entonces se me encendió la bombillita, y en qué buen momento: chalet, apartamento en Canet y los mellizos. Hale, todo a la vez, y así yo campo a mis anchas. Lo único bueno que tiene la playa: que te dejan tranquilo. Bueno, eso y aquel par de tetas… tendré que ejercitar mi inglés.

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