La última nota
Publicado el 16 de abril de 2010
En el recibidor de casa había un taquillón de madera de pino, colgado de la pared, con dos puertas de pizarra negra, una encima de la otra. En la de arriba se anotaban las cosas que había que comprar y en la de abajo los recados familiares. Casi siempre se leía arriba: “yogures, pan de molde, fruta” o “pasta de dientes, plantillas para la peste de Andrés…”; y debajo: “No me esperéis a cenar. Sandra” o “Recordad que tengo yoga. Mamá. PD. Hay caldo, podéis hacer fideos” o “Me llevo el coche de mamá. Volveré pronto. Andrés”. Dentro del taquillón se amontonaban tiques de la compra, llaveros, cartas sin abrir, propaganda de cualquier cosa… Un mueble que reflejaba como ningún otro el alma de la familia. Un día la pizarra de arriba se quedó limpia y en la puerta de abajo ponía: “Salgo a pasear. La yaya”. Hace tres años que nadie ha borrado el mensaje, esperando el regreso de la abuela. Su nota nos quedará siempre, como el único recuerdo que el alzheimer respetó, en aquel taquillón que permanece desde entonces congelado, reflejo evidente de nuestro vacío.
2 comentarios
Muy bonito… y pesimista como últimamente…
por a primera hora... el abril 17, 2010 a las 9:48 am. #
¡Jolín Marta, qué dramático a la par que bonito!
por Estela el abril 19, 2010 a las 7:52 pm. #