Ojalá el próximo miércoles

Publicado el 15 de julio de 2020

Como cada miércoles espera a su nieta. Suele ir a la hora de la merienda y comparten un café de la máquina, de los que no le dejan tomar. Su hijo ha pagado el servicio de peluquería de esa misma mañana para que ella la vea bien guapa. También espera como agua de mayo su visita porque le tiene que contar que la pareja con la que comparte la mesa del comedor se ha divorciado porque hace días que él baja solo a cenar; también que la chica de las toallas cada día está más torpe, y ahora ya no las cambia hasta que han pasado dos semanas por lo menos, será por esa cosa que lleva en la cara y no le deja ver bien si están sucias o no. Está esperándola además para que le corte las uñas, porque últimamente las chicas, que eran tan majas y siempre la trataban tan bien, van de aquí para allá ajetreadas y no le dicen lo guapa que está hoy, y ni mucho menos se van a acordar de sus uñas. No quiere cenar hasta que no vea a su nieta. Aún no ha merendado el café que le da a escondidas. Mientras la arrastran con su silla hasta el comedor cree recordar que la semana pasada tampoco la vio. Entonces lo entiende todo: la culpa es de ese maldito coronavirus del que todo el mundo habla. Bueno, es casi jueves. Ya queda menos para el próximo miércoles.

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