Otra ratita presumida

Publicado el 15 de febrero de 2018

La ratita presumida sale de su casa temprano; lleva su bolsito, sus zapatitos de tacón, su vestidito con lunares rojos, su diadema de corazoncitos: una imagen entrañable de la más dulce ratita. Pero no se ha puesto a barrer su casita.
Un año atrás sí que es verdad que estaba la ratita barriendo su porche cuando todos los machos del reino se le acercaron a pedirle matrimonio. Es verdad que estuvo dudando entre el gato, el ratón, el león o el perro, y también es verdad que a ella le interesaba mucho qué harían por la noche, una vez que estuviera consumado ese casamiento. Sí que es verdad que el buche del gato le asustó, que las fauces del león casi se la engullen, que los ojos amarillentos del perro le dieron miedo y que el ratón que le aseguraba que en toda la noche no iba más que a dormir y callar le cautivó. Pero también es verdad que no le dio el sí quiero al silencioso ratoncito porque en el último momento pensó que no era tan importante lo que los machos del reino hicieran por la noche sino lo que ella quisiera hacer. Y entonces decidió no casarse con ninguno.
Esta tarde sale de su casa temprano porque ha quedado en recoger a su amiga la gatita coquetona para ir toda la noche a bailar, porque es más divertido que «dormir y callar».

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