La nueva partera

Publicado el 28 de agosto de 2017

Paqui ayudaba esa noche a su tío el partero. Tres generaciones trayendo niños al mundo por toda la sierra, con nieve, con granizo, con niebla, con calima, con aguaceros o con sol. Por la mañana, de madrugada, a la hora de misa o a la de cenar. Paqui sería la cuarta generación si Dios lo permitía y le entregaba a ella el don. El don familiar que acompañaba a los Somoza desde el siglo pasado y que amenazaba con perderse si ella no cogía bien las riendas. Y ahí estaba ella, por primera vez, observando las maniobras de su tío girando la cabeza de ese nuevo niño que venía al mundo. Y entonces el tiempo se detuvo. El bebé lloraba, la asistenta lo lavaba, la parturienta se lamentaba, su tío recogía el instrumento y en el florero de la habitación cayó un pétalo de rosa, rompiendo el aire, y al posarse en el tapete se hizo en dos. Y, entonces Paqui lo supo. No pudo más que detener a su tío que ya salía por la puerta. Y, efectivamente, aquel parto, el primero de aquella nueva partera de los Somoza, fue gemelar.

No creas todo lo que te dicen

Publicado el 7 de agosto de 2017

Porque si todos estáis equivocados no habrá final para esta historia. No creas que Antonio cogió el cuchillo de su padre durante la discusión. No te imagines, como hacen ellos, que Antonio clavó el cuchillo de su padre, en su propio hermano, las doce veces que dice el informe que lo hizo. No concluyas tú, como hacen los fiscales y el propio tribunal popular que el hermano de Antonio entró otra vez en casa de los padres, borracho y violento, como tantas otras veces, pidiendo dinero a los ancianos. No supongas que Antonio ya no pudo más y perdió los nervios. No se te ocurra creer que el tribunal le acusa de asesinato y que no hay atenuante por defensa propia porque el pobre borracho no intentó defenderse. Tampoco pienses que es cierto que le han condenado a veinte años tras los que no verá a sus padres tranquilos porque cuando salga ya habrán fallecido. Intenta creer, como Antonio, que todo esto no ha sido más que una triste pesadilla de la que despertará en pocos instantes. No creas lo que te dicen. Tampoco me creas a mí.

Las letras de un rap

Publicado el 6 de agosto de 2017

Ella se dedica a hacer manicuras, depilaciones, limpiezas de cutis; él es poeta a tiempo completo. Una pareja peculiar. La madre de ella se enfadó cuando supo a qué se dedicaba el novio de su hija. Se lo imaginaba por la casa mano sobre mano inspirándose en las margaritas del parque para componer sonetos que nadie leería y mucho menos compraría, llorando por amores perdidos y lamentándose por los males sociales. Su hija, a la que tanto le había costado encontrar una profesión con la que ganarse la vida… que había dejado los grafitis, por fin, gracias a los consejos de su madre y había aprendido casi a los treinta un oficio digno: arreglar las uñas del vecindario, y no le iba nada mal, por cierto. Pero hoy tienen una noticia que darle y la madre ya se lo huele hace días porque ella está feliz, porque él la abraza constantemente, porque se miran a los ojos y parece que se hablen y ella ya sabe que es porque están embarazados, como se dice ahora… Pero lo que no sabe la madre de ella es que no va a recibir la noticia que espera. Sí están felices, pero es porque él ha conseguido récord de visitas en su canal de youtube donde canta música rap y ella grafitea sus letras. Lo que tampoco sabe su madre es que todas sus amigas llevan en sus uñas las letras de un rap.

El cristal con que se mira

Publicado el 5 de agosto de 2017

Yo para mí que el fulano ese había bebido. Porque cogió la escopeta y necesitó cuatro tiros para matar a la pobre mujer que estaba ahí quietecita del susto que tenía y ni se movió. Y el tío falló los tres primeros tiros hasta que ya se acercó tanto que le dio sí o sí. El Tonino dice que la escopeta era vieja y que no disparó pero no, eso lo dice el Tonino porque es primo del fulano ese, pero yo escuché bien los cuatro disparos porque estaba en la esquina del Chato tomándome una cerveza y no me moví hasta que no se llevaron el cadáver de la pobre mujer, todo el cuerpo destrozado. ¡Hombre! Es que le dio tan encima que la pobre se rajó entera. Si me llegó a mí la sangre y yo estaría a cincuenta metros. Pero ya te digo, yo creo que estaba borracho porque era imposible fallar desde donde él estaba y cuatro tiros necesitó para rematarla. ¡Joder, hay que ser burro!

Una gotera silenciosa

Publicado el 25 de julio de 2017

Una gotera silenciosa me recuerda que te has ido para siempre.
Una gotera silenciosa que se esfuerza por gritarme que no estás, que has huido de este hilo pegajoso que no se escucha pero se siente.
Un gotera silenciosa de noches de cuerpos, de días de promesas, de madrugadas de tactos que se han esfumado contigo.
Una gotera silenciosa que me taladra con tu olor, con tu voz, con tus risas, con tus besos, tus tequieros.
Una gotera silenciosa que me recuerda que no estás.
Una gotera silenciosa que me grita que te olvide.

La duodécima paliza

Publicado el 7 de julio de 2017

Era la cuarta vez que le gritaba esa mañana. La duodécima que le pegaba en lo que llevaban de mes. El noveno «puta» que escuchaba desde el fin de semana. La septuagésimo tercera vez que le amenazaba con matarla desde que se habían hecho novios, y después casados, y después cuatro veces padres, hacía ya casi veinte años. Y la segunda vez que le había puesto el cuchillo de la cocina en el cuello. La primera vez estaban solos. Esta vez había cuatro testigos de seis, diez, trece y quince años. Esta vez el testigo de quince sabía lo que tenía que hacer. Esta vez el cuchillo acabó en el cuello de quien otras veces lo empuñaba.

Mañana será

Publicado el 4 de mayo de 2017

Rosi sale a las tres esta noche. Pero porque es domingo. El viernes y el sábado ya se le hicieron las cinco poniendo copas. Menos mal que el lunes libra porque tiene los pies destrozados y ella ya no está para esos trotes. Y en toda la noche no se le ha ido de la cabeza la Yessi. Antes su padre se quedaba con ella todos los fines de semana y ella entre semana, pero ahora la niña ya tiene trece años y pasa de irse siempre con él, que si los amigos, que si su padre vive lejos, que si su medio hermano es un caprichoso. Y no la convence. Miedo le de aparecer hoy por casa porque ayer la pilló grabándose en bolas en la web-cam. Sí, ya tuvieron la charla y le ha prohibido chatear con desconocidos. Pero ¿qué se le habrá ocurrido hacer hoy? Y mañana tiene examen de Historia… En dos paradas tiene que bajarse y soportar otra imagen como la de ayer, o peor, aunque no se le ocurre aún qué puede ser peor. Rosi no baja en su parada, pero sigue pensando en la Yessi. Casi se tira del autobús en la siguiente calle y corre como loca tachándose de mala madre, otra vez. Sube los cinco pisos sin ascensor y encuentra a la Yessi durmiendo; ya son las tres y media del casi lunes y por fin respira tranquila. Se mete en la cama y no puede dormir, sabe que su venda en los ojos no les ayuda a ninguna. Mañana será.

Plenitud

Publicado el 18 de marzo de 2017

Una línea de tu texto,
cualquier fantasía
que alcanzara tu perfil.
Con nuestras dos compañías,
agarrados a este árbol,
así, plenitud.

Destino

Publicado el 2 de febrero de 2017

Sabrás que has llegado a tu destino cuando deje de llover. Pero no te detengas. Continúa remando en la noche mientras haya agua bajo tus pies. No abras los ojos. No camines. No juzgues. Sobre todo, no juzgues. Ni aunque creas que debes hacerlo. Y sé que lo harás porque eres así. Y sé que mirarás porque no sabes hacerlo de otra forma. Pero recuerda, el camino se abrirá solo cuando estés preparado para caminar sobre él. Camina, no juzgues y pisa fuerte sobre ese suelo aunque creas que la tormenta aún no ha pasado. Cuenta hasta diez y respira. Si no estás preparado regresa. Tienes muchas batallas que aprender.

La Mari

Publicado el 21 de enero de 2017

La Mari, con el vestido rojo chopado del agua. Viene con tormenta desde el barranco de las tuertas hasta la plaza. Y sin parar de llover. El que tiene delito es el Antonio que ni se le ocurre sacar el coche para ir a por la Mari porque dice el güevudo que acaba de lavarlo. Nadie en el barrio entiende por qué sigue con él. Bueno sí, todos saben, porque la Mari no para de decirlo, que ella no es una puta y que una mujer de bien solo se divorcia una vez, pero también saben todos que esa pobre mujer no elige muy bien a los maridos. Y llega a la plaza chopada y el Antonio viendo la tele.