Un extraño amanecer
Publicado el 20 de abril de 2015
El azúcar le pegó un bajón. Se lo había notado de golpe. Las piernas le temblaban, el pulso lento, la flojera… Era un amanecer extraño. El sol del Este dibujaba una sombra a su izquierda. Una sombra que en ese momento se ladeaba sin fuerzas, en forma de «e». Se acurrucaba sobre sí misma, tratando de no pensar en nada. Ni siquiera escuchaba los sonidos. Entonces se preocupó. A su alrededor se le apagaban las risas de los demás, esas risas de las que había participado hacía tan solo unos minutos. Pero ahora no las escuchaba, no quería oírlas. Normalmente el mareo le duraba poco, pero esta vez se estaba impacientando. No se le pasaba, y un sudor pegajoso empezó a recorrerle. Se arrepintió de haber mezclado aquellas bebidas, de las pastillas que le habían ofrecido y no supo decir que no… Ya no podía entender las risas apasionadas de sus amigos que más bien le molestaban ahora. Habría gritado con ansia un aviso a los demás que no llegaba. Su voz no obedecía. Y de golpe se desplomó. Un clavel blanco que no vería otro amanecer.
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