Un taxi, por favor

Publicado el 14 de septiembre de 2008

A Dembo le sudan los pies y sabe que solo le sudan los pies cuando está extremadamente nervioso. No hace más de veinte días que le han convalidado su título de Arquitecto, y hoy es la primera vez que tiene ocasión de mostrarlo. Sus mocasines marrón oscuro no delatan el sudor pero no le gusta resbalarse en su calzado. Se encuentra como a la deriva, otra vez. Lleva un traje claro un poco gastado, casi ya de color hueso, pero junto a su piel tan oscura casi parece tan blanco como cuando se lo dio su padre, hace ya dos años, el día que se marchó de casa. Dembo corre detrás de un taxi y no entiende porqué le hace correr y no se para, y no quiere correr más porque se le resbalan los mocasines y tampoco quiere empezar a sudar su traje blanco, ni dejar huellas de humedad en su gran carpeta negra con sus valiosos documentos. Hoy es un día muy especial y quiere estar impecable. Pero casi es la hora de la entrevista y todavía está en la parada. Murmura algo, en su francés de Togo, y podríamos adivinar lo que dice, porque es el segundo taxi libre que le esquiva, porque es evidente que va a llegar tarde a la entrevista y porque teme desgastar su esperanza en un país donde los negros no pueden ni subir en taxi.

3 comentarios

como siempre haciendo nudos en el estómago, conrazón dije aquello «Las rosas tambien pinchan»
Sigo diciendo lo mismo.

por carmela el septiembre 15, 2008 a las 5:35 pm. Responder #

Pergúntale a Rajoi que de esto sabe mucho…

por María el septiembre 16, 2008 a las 1:36 pm. Responder #

Que seamos la octava potencia mundial, no quita para que ciertas oscuridades aniden aún en nuestro espíritu y en nuestro semblante. El racismo es una de ellas; y si queremos ser un país elitista, antes hemos de desprendernos de muchas capas que, como personas, nos asfixian.

por José Manuel el noviembre 1, 2008 a las 1:29 pm. Responder #

Deja un comentario

Requerido.

Requerido. No será publicado.