«¡Qué ganas tengo de ir contigo, Anita!»

Publicado el 27 de junio de 2008

Antonio sube las escaleras deteniéndose cada dos escalones: un pie, otro pie, ahora los dos juntos. Mira sus zapatillas de lana marrones a rayas, zapatillas de casa, de abuelo; siempre le gustaron los mocasines caros que ahora su circulación y sus pies hinchados no le permiten calzarse. Pero ya queda menos. Llega a su despacho, con la librería intacta, como siempre le gustó tenerla, y coge su caja de fotografías: esa caja de latón, marrón de tan vieja, por el desgaste de los dibujos de niños y prados que ya no se ven. Sí que distingue las dos A de sus iniciales, Antonio y Anita, aunque la A de Anita casi ya no se lee, reflejo indiscutible del recuerdo de ella que también se extingue, como el grabado de la A pierde relieve. Encuentra la foto que busca, esa que Anita no se quería hacer porque no llevaba el tinte recién hecho, pero que a él le encanta porque tiene esa sonrisa infantil de vergüenza consentida, de quien sabe que aún es irresistible. El calor de la mirada de Anita le hace ruborizarse y un reguerillo de saliva le resbala hasta el mentón. Tal vez es el contacto húmedo y caliente lo que le devuelve a la realidad y le permite escuchar la voz gritona de la enfermera: «Antonio, que le estoy diciendo que se dé la vuelta para que le pueda cambiar el pañal ¿me oye, Antonio?». Claro que la oye, cómo no la va a oír, con lo que grita. Ya no lleva sus zapatillas de rayas, ni tiene en sus manos la caja de latón desdibujada. Solo le queda un camisón azul y un hilo de baba en la barbilla. Se aferra a la fotografía que aún siente entre las manos y piensa en voz alta: «¡Qué ganas tengo de ir contigo, Anita!». Todavía le quedan unos segundos de realidad para escuchar a la enfermera: «Yo también majo, ¡qué bonico!». Antonio quiere llorar, pero el cerebro fatigado no le responde y en lugar de llanto vierte una carcajada pueril de su boca desdentada.

2 comentarios

Este es tan familiar para mi, a lo mejor te lo pido para mi libro de relatos hospitalarios.
Es muy intenso, real y al mismo tiempo poético, me parece muy literario. Pero no sé porqué me parece tan bueno, quiza Silvia nos lo esplique.

por carmela el junio 28, 2008 a las 11:22 am. Responder #

Casi siempre intento ponerte un comentario, pero a veces no lo consigo. Esto me pasa cuando tus relatos me desgarran las tripas y me humedecen los ojos. No soy capaz de escribir nada. ¡Que blandos nos volvemos de mayores!

por anónimo el junio 28, 2008 a las 11:51 am. Responder #

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