El relojero
Publicado el 1 de diciembre de 2008
Las viejas rodillas del relojero temblaban hoy más que nunca. Los cincuenta y tres escalones que tenía que defender hasta llegar al campanario parecían esta tarde cincuenta y tres estirones hacia la muerte. El sudor se le helaba en cada peldaño, aterrado por la idea de no volver a subir nunca más. Los vecinos que se agolpaban para despedirle se le antojaban demonios abriéndole paso hacia el infierno.
2 comentarios
¿Subía una vez por semana?
Te envidio la capacidad de síntesis.
Yo, para explicar algo gasto demasiado papel.
Será porque tengo más tiempo libre.
por anonimo el diciembre 2, 2008 a las 7:21 am. #
Esto me ha recordado un relato que empecé y no acabé.En plenas fiestas del pueblo un hombre se subió a la engalanada torre de la iglesia y justo encima del reloj y junto al campanario, empezó a gritar, después se quitó la ropa y después se tiró. Lo que se preguntaba la gente era no por qué se había quitado la vida, si no por qué se había quitado la ropa.
por carmela el diciembre 4, 2008 a las 11:35 am. #