Ese nudo de sentimientos en la garganta que te impide hablar cuando deberías hacerlo

Publicado el 10 de enero de 2009

La niña tenía doce años, casi trece. Últimamente nadie la entendía. Tal vez ni ella misma. Hacía tres meses que su madre se había ido a estudiar fuera. Llamaba dos veces cada semana, miércoles y domingo, y venía dos fines de semana alternos al mes. Todo controlado, contado, medido; menos las emociones. La tarde en que la niña dejó de serlo era un domingo aburrido, y sonó el teléfono. Con las primeras notas del aparato todos saltaron de emoción. Era la mamá. Lo cogió el papá en la cocina y mientras él hablaba los tres hermanos hacían cola para hablar por turnos. A la niña se le agolparon en la garganta todas las palabras que quería decir. Emocionada se fue al baño para que sus hermanos no la vieran llorar sin motivo. Quería contarle lo de su frustración por el nueve en sociales, porque ella se merecía un diez pero decía el profesor que el diez no existe; lo de ese chico, que ella sabía, y que al fin le había invitado a su cumpleaños; lo de don Oriente, que la había dejado en ridículo delante de toda la clase cuando dijo que ese lunar que tiene en la espalda es muy seductor, y qué le importarán a ese tío mis pecas. Pero todos esos sonidos fluían solo en su cerebro y se quedaban atascados en un nudo emocionado en la faringe. Su padre llamó a la puerta: “tus hermanos ya han hablado con la mamá, ¿quieres decirle tú algo?”. Y mirando su imagen desolada en el espejo del baño y tratando de controlar los sollozos, se imaginó al teléfono de la cocina, descubriendo ante su madre cuánto la echaba de menos. No pudo más que decirle: “dile que estoy en el baño, y que ya hablaremos el miércoles”. En aquel momento la niña no se dio cuenta de que fue la primera vez que ocultó sus sentimientos por no hacer daño a alguien querido, provocando, sin quererlo, más dolor que el que quería evitar, mala costumbre, que aún hoy lucha por abandonar.

4 comentarios

El otro día en un ensayo de poesía alternativa y rapera sobre mis nietas presentes y futuras, al escribir sobre Emma se me ocurrió:

Si alguno tiene queja
de que hace algo malo,
esperad a que entre
en la edad del pavo.

Dicen que el carácter se forma en los primeros 6 años de vida, pero creo que empieza a manifestarse de verdad en la pre-adolescencia.

Sant Viçent del Raspeig.

por anonimo el enero 11, 2009 a las 9:04 am. Responder #

Dijo un filósofo que el mayor disolvente que existe es la comunicación, puedes hacer la prueba y verás que es cierto, otra cosa es que lo que salga por tu boca o la de la otra persona sean sapos y culebras, acabando en una guerra. En cualquier caso, esto sería otro conflicto a disolver. y de todo esto doy fe.

por carmela el enero 12, 2009 a las 8:53 pm. Responder #

Este relato, impecable, por cierto, me ha hecho pensar en dos cosas: una, en lo que debemos decir y no decimos por temor a herir sensibilidades ajenas, sensibilidades que, por otra parte, a veces no existen; y dos, en aquello que decimos con la mejor intención, porque es verdad, o, al menos para nosotros lo es, y lo decimos tan a la ligera que no pensamos en el eco que pueden tener nuestras palabras en la persona a quien van dirigidas. Y es que somos tan contradictorios que, a veces, hablamos cuando debemos callar, y callamos cuando debemos de hablar. Todo esto no tiene una relación directa con el contenido del relato, pero a mí me ha sugerido estas reflexiones.

por José Manuel el enero 13, 2009 a las 10:39 am. Responder #

Me siento aludido. Soy como Bitelchús, cada vez que se me nombra aparezco… Alguien ha dicho «sapos y culebras», ¿no?
Aprovecho para promocionar mis servicios como experto desatascador de sentimientos y congojas. Me desenvuelvo perfectamente en todo tipo de situaciones, siendo mi especialidad la resolución de conflictos cotidianos. Hago servicio a domicilio y aporto material necesario: cacerolas, casco, mono impermeable, etc…
Al Sr. Anónimo comentarle que discrepo en la edad en la que se supone que se forma el carácter. Mi experiencia me dice que el carácter ya va implícito antes incluso del nacimiento. Diría incluso antes de la gestación… Incluso antes de que los padres se conozcan…
Por cierto, el relato de la autora es realmente bueno.

por Coolebra el enero 20, 2009 a las 10:26 am. Responder #

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