Pisadas

Publicado el 24 de octubre de 2008

Las dos de la mañana. Sara ha dado ya demasiadas vueltas en la cama, suficientes para saber que esta noche no va a dormir. La almohada, despachurrada; ella, comprimida. No le hace falta leer el mensaje del móvil que ya se sabe de memoria: «oy estabs guapísima no creas ke no me e fijado». Necesita beber algo. Sale descalza de la habitación para no hacer ruido y baja los peldaños de la escalera de puntillas, huidiza, avergonzada. El frío del terrazo le devuelve la razón por unos instantes. Pero el sobresalto del hielo al caer en el vaso la humilla en el silencio. Teme despertar a los demás. Desde abajo oye la melodía indiscreta y moledora de otro mensaje de móvil. Esta vez tiembla, destripándose a cada paso. La piel erizada del frío y el miedo: «necesito verte kedamos?». Ya ha perdido del todo la esperanza de dormir. Querría contestar no sabe qué, pero el teléfono la pulveriza. El estrangulamiento insistente de su jefe la reduce al silencio.

5 comentarios

Hubiera sido más fácil apagar el móvil.

por anonimo el octubre 25, 2008 a las 9:19 am. Responder #

Está muy bien. Tanto el relato como la crítica. Hay que machacar al machismo.

por José Manuel el noviembre 1, 2008 a las 1:19 pm. Responder #

hacía tiempo que no te leía, sigues pisando fuerte a pesar del frío del terrazo.
¡Sigue así!

por carmela el noviembre 2, 2008 a las 3:17 pm. Responder #

Jo…. que chulo, parece una historia de amor y termina siendo moving

por maría el noviembre 5, 2008 a las 1:17 pm. Responder #

y al día siguiente tener que mirar los ojos del Jefe , ejemplar padre de FAMILIA, que considera que el tenerte en su nómina conlleva el sometimiento a sus deseos. Pobre desgraciado si supiera que es la empatía quizás llegaría a ser humano

por frani el noviembre 24, 2008 a las 1:09 am. Responder #

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