Tan cerca del odio

Publicado el 21 de septiembre de 2009

Antes incluso de cerrar la puerta tras él ya estaba arrepentida de haberle echado. Pero la ira, el arrebato, los celos, la rabia, el odio que creía contenidos salieron disparados por todos mis poros sin poder retenerlos. Sólo entonces me di cuenta de que la sangre que tenía en el labio inferior me la había hecho yo sola al morderme, con ese bocado histérico que crees controlar pero es el tic del rencor quien domina tu arrebato; un impulso irrefrenable que te aleja de los que quieres y te acerca al enemigo al que nunca quisiste parecerte. Y entonces, el arrepentimiento, por fin, el dolor, las lágrimas, el escalofrío de soledad al final de la espalda. Pero ¿y él?, ¿será él capaz de entenderlo?

2 comentarios

Si fuésemos capaces de controlar todos los momentos de nuestra vida y todos los instintos primarios que arrastra nuestra parte animal; capaces de contar hasta cien antes de lanzar por nuestra boca, o por nuestra mirada, todos los demonios de nuestro interior; capaces de sujetar las riendas del potro desbocado que anida en nosotros; capaces de dominar el odio, el rencor, el instinto de venganza o, simplemente, de réplica que nos invade. Si fuésemos capaces de todo esto, seríamos dioses; pero ¿valdría la pena vivir en un mundo tan perfecto y controlado?

por José Manuel el septiembre 22, 2009 a las 9:55 am. Responder #

Yo tengo un punto de vista algo peculiar al respecto. Creo que el control da libertad, pero no el control que te atenaza el estómago por dejar de hacer, o por controlar a otros/as. Es el control de dejar que las cosas que no puedes entender, que no puedes cambiar, pasen a través de tí como una corriente elétrica a través de un cable, no ser el punto donde se descarga la corriente, sino el vehiculo. Es un ejemplo un poco metafísico o cuántico pero me gustaría que pudiera ser…

por carmela el octubre 20, 2009 a las 5:56 pm. Responder #

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