Un día como todos
Publicado el 19 de enero de 2014
Aquella mañana sería como todas. La Mari le traería al nieto a las 7:45, ella lo llevaría a la guardería a las 9:15, iría a hacer la compra, recogería al niño a las 12:25, haría la comida para el pequeño, y mientras el crío haría la siesta, prepararía el arroz para la Mari, su yerno y su hijo, que habrían ido llegando cada uno de lo suyo entre las 14:20 y las 15:00. A las 15:30 volvería a llevar al nieto a la guardería para poder recoger la cocina y ver con un ojo la novela y con el otro a su yerno roncando en el sillón, para, a las 16:45 volver a por el Antoñete, pelear con la merienda y coger a las gemelas de la piscina y llevarse a los tres a casa con los deberes de las chicas, los juguetes del pequeño y las peleas de los tres.
Aquella noche sería como todas. A las 20:00 vendría su hijo a por las gemelas para darles la cena en su casa, y a las 21:30 vendría su Mari a por el Antoñete, que ya estaría bañadico, cenado y llorando, como cada noche, porque querrá dormir en casa de la abuela, que total para el caso ya daría igual.
Pero aquella mañana no sería como siempre, porque tenía dos billetes de avión a Berlín, escondidos en el cajón, con fecha de aquella mañana. Lo que aún no había decidido era si dejar una nota, para que no se preocuparan por el pobre Antoñete.
Un comentario
Buena decisión.
por Carmela el enero 29, 2014 a las 8:49 pm. #